Su aspecto de pueblo se debe en parte a que se trata de una isla, conectada por 16 puentes con la ciudad. Su nombre significa “la Pipa”, quizá porque sus calles rectas y estrechas se asemejan a los tubos de las viejas pipas de arcilla. Sin embargo, el ambiente es más atribuible a la historia del barrio. Los bloques de pisos de la década de 1860 proporcionaron viviendas baratas a los obreros llegados a raíz de la Revolución Industrial. En las décadas de 1960 y 1970, muchos vecinos de clase obrera se marcharon a barrios mejores y el Gobierno restauró los bloques para acoger a inmigrantes. Hoy es un barrio lleno de arte y gastronomía, y conserva un considerable espíritu vecinal a pesar de su progresiva gentrificación.
• Deleitar los sentidos con el caótico despliegue de frutas y verduras, queso, pescado, ropa, accesorios y souvenirs curiosos en Albert Cuypmarkt, el mercado callejero más grande de Europa que abre todos los días (excepto domingos).
• Pasear por un oasis urbano de césped, estatuas, estanques y fuentes en Sarphatipark, el parque central de De Pijp.
• Visitar los acogedores bares del barrio, empezando por unas borrel (bebidas) en algún bar animado como el Boca’s.
Incluye: Heineken Experience, Albert Cuypmarkt, con consejos, los mejores restaurantes, los mejores bares y los mejores lugares para tomar un ‘brunch’.