Enigmáticos y sensuales, estos fragmentos erótico-amorosos recrean una atmósfera onírica donde mutan y se funden los cuerpos y los géneros.
Fragmentos amorosos -enigmáticos, sensuales, surrealistas-. María Moreno dialoga con el clásico de Roland Barthes de un modo descarado, particular y pagano que va de la postal pornográfica a la estampa delicada de la persona amada, de la misiva recatada a la declaración lúbrica y promueve un miasma de cuerpos y cruces posibles que detona las ideas convencionales del amor y de la literatura erótica.