Es imposible imaginar el desarrollo y nacimiento de las primeras ciudades del mundo sin un manantial o un curso de agua.
El agua ha marcado la evolución de todas las civilizaciones, pero son los romanos, sin duda, los mayores ingenieros del agua de la Antigüedad, y Roma, la ciudad eterna, el mejor ejemplo para mostrar la relación intrínseca existente entre ciudad y agua, entre el hombre y el fluido de la vida.
A través de sus diferentes etapas cronológicas, se traslucen los acontecimientos que van tejiendo el desarrollo urbano de la ciudad, con el agua como su motor principal e impulsor de los mismos, para llegar a entender qué papel tiene y en qué manera la define y modifica actualmente.