No se conoce la real identidad de la vida, hasta que precisamente chocamos con la realidad que nos persigue. Llevando consigo todos aquellos retos y desafíos, aunque el final de la jornada te enseñe que la desdicha no es para siempre, aceptando cada lección como algo empírico para tu vida, si realmente aprendiéramos a vivir la vida como ella misma desea enseñarnos, cada mañana despertáramos con una sonrisa nueva ante ella no importando cual sea la dificultad, porque ella también trae su lado positivo aunque se refleje otra apariencia. La mayoría de las cosas positivas vienen a veces envueltas en circunstancias desfavorables, por eso, cada segundo viene expuesto para aprender algo nuevo y para vivir el momento en que te sientes bien, porque no hay dos historias iguales. No hay que fijar el corazón en ese dicho que cita: «Dime cuanto tienes y te diré lo que vales»; más bien, es dejarnos guiar por el camino de la humildad. Porque mientras más sencillo sea nuestro corazón, más cerca estará Dios de nosotros. No olvides que las grandes cosas están en los pequeños detalles. Ya al final, te diré que sólo se vive una vez y la verdadera cara de la vida te dirá: ¡NUNCA ES TARDE PARA EMPEZAR!