Un buen día alguien se decidió a pasar a limpio, mejor dicho, se atrevió a editar sus apuntes perdidos. Con interés, el autor de Frías Lágrimas Saladas le pidió ofreciera su opinión sobre dicho trabajo. Éste es el producto de aquella lectura que nuestro autor hizo en su día de la obra que le ofrecieron diera su parecer. De alguna forma, todo lo que llega a sus manos le gusta saborearlo y sacarle el mejor jugo; mucho más tratándose de un libro. Si el autor de Frías Lágrimas Saladas había sido sincero consigo mismo volcándose tal cual sobre su obra, no menos sincera fue la lectura que nuestro autor hizo de su obra, Frías Lágrimas Saladas , dando lugar a otra nueva e, incluso, reconocido por el primer autor, superando su obra a lo largo de sus minuciosos y profundos comentarios. No fue la idea primera configurar un libro con ello, nada más lejos. Pero tal vez, al haber fallecido el autor de Frías Lágrimas Saladas , han visto la luz estos comentarios como homenaje a título póstumo hacia Toño, Antonio Carrera Benavides, dado la amistad y empatía que habían alcanzado entre sí. Si la obra del primero son jirones de la vida misma, no son menos los comentarios que nuestro autor hace con motivo de su lectura. Desbordan sinceridad y experiencia, profundidad y reconocimiento entre dos personas que se conocen a través de sus obras. Tanto un libro como otro te enganchan y hacen que te veas al final del mismo sin darte cuenta, sólo adviertes que quieres seguir leyendo. Su riqueza, su sensibilidad, su aportación hacen eco en quien los lee, creando nuevas ganas de volverlos a leer una y mil veces más, pues cuanto más los lees más encuentras, más te gustan, más aprendes. Se siente uno como esa abeja que repasa veces y veces la misma flor para arrebatarle todo el polen que ha depositado en ella la luminosa primavera. Algo así logra nuestra persona cuando se deja reposar sobre tan sabrosos comentarios.