Perdidos en un tiempo en el que estructuras y nociones indelebles hasta la fecha, como los conceptos de realidad o identidad, se han visto cuestionados por las más diversas teorías lingüísticas, filosóficas y científicas, los personajes de de esta novela andan huérfanos y perdidos de cualquier asidero de sentido que les haga apetecible la vida en la Tierra.

Desde los ojos de Martín, un hombre atormentado y en pleno proceso decadente, que se ve enclaustrado por causas difíciles de entender en un extraño edificio, vamos observando la puesta en escena de otros personajes que, como él, son pequeñas luces que tratan de huir de la oscuridad que los ahoga, del Desorden del universo de estas páginas que, como la canción de Joy Division que da título a la novela, los sume en una atmósfera opresiva.