Una de las características que diferencian al hombre de la modernidad y el de la postmodernidad es su postura en lo que se refiere a la idea de Dios. Los teólogos, los filósofos racionalistas y los enciclopedistas del Siglo XVIII se esforzaron en razonar a Dios o negar su existencia. El hombre del Siglo XXI no se molesta en debatirlo. Ni lo admite ni lo niega. Simplemente lo ignora, "pasa" de Él. Y si en alguna forma reconoce la posibilidad de su existencia, piensa que Dios ha abandonado a su suerte el universo en que estamos inmersos y se ha desentendido de la criatura humana. Y entonces lo busca en fuentes esotéricas y equivocadas.Juan Antonio Monroy, escritor español de mente profunda y exquisita sensibilidad, rechaza esta visión y afirma todo lo contrario. Que Dios -como el padre de La Vorágine, la novela del colombiano José Eustaquio Rivera-, desde los mismos orígenes del hombre, se internó en la selva de este mundo desquiciado buscando con afán a la criatura perdida. A través de la historia Dios nos va dejando señales de su mensaje y no se cansa. Monroy invita al lector a que le acompañe en un viaje, a través de esta selva, para descubrir las señales de la busqueda que Dios hace del hombre. A través de la historia, de la razón, del ser. Entre los altares de la filosofía y sorteando las barreras religiosas, a través del sufrimiento y del arrepentimiento.