Jina Bacarr
Tokio le parecía mágico… pero solitario. Así pues, cuando Steve, el objeto de sus fantasías sexuales, se ofreció para enseñarle lo que los turistas no veían nunca, unos escondites eróticos conocidos como hoteles del amor , ella aceptó con entusiasmo. Aquellos hoteles estaban diseñados para (...)