En El camino a Cucamonga aparecen tres cadáveres ulcerados por radiación nuclear en un cañón de Tijuana. Son de veteranos de la guerra de Corea con vidas secretas en Baja California. Los restos de un ornitólogo, un jugador de bridge y un piloto de carreras asoman como parpadeos de lo que mas tarde Tony Distancia confirma ser un intricado complot terrorista que incluye uranio enriquecido adquirido en Irán con rumbo a Corea del Norte y la fabricación de una bomba sucia para atacar a Los Angeles, California. Un doctor discípulo de Josef Mengele y la atmósfera de estilo añorante de los indicios hacen intuir al Distancia que tras las situaciones y los personajes contradictorios se encuentra, una vez mas, la mano del diabólico Dr. Jacques Lacassagne con quien se enfrenta en una colisión definitiva.
Con El camino a Cucamonga concluye la saga de Tony Distancia en Tijuana, la ciudad con alas de alambre, senos cortados y cara de diarios olvidados. En ese alucinante andén a California custodiado por racimos de lámparas húmedas, el Distancia vive la pasión a trozos con Teresa, la flaca que no hace sombra.