A lo largo de la historia, no sólo los judíos, negros, indios y asiáticos han sido clasificados como grupos inferiores y bárbaros a los que urge colonizar y discriminar en nombre de una pretendida civilización, pero ellos son los que en los últimos siglos han sufrido con mayor crueldad el estigma asignado por ideologías racistas que debían ser puestas en la picota para escarnio de sus propugnadores. En algunos casos se hace evidente que los argumentos esgrimidos para justificar el racismo, se basan más en cuestiones clasistas que antropológicas en sí, sobre todo en Europa, donde la población era racialmente más homogénea (todos blancos), por lo cual se vieron obligados a inventar otros criterios (psicológicos, morales) para condenar a pueblos y grupos como seres inferiores.