La mayoría de la gente siente un gran interés por conocer las causas de las
obsesiones, ya sea por haberlas padecido en carne propia o porque algún ser
querido se ve aquejado por ellas. El sujeto obsesivo vive en una ambivalencia: a
vecesamay odia al mismo tiempo y no sabe qué hacer con esa ambigüedad. Tiene
momentos en los que se siente lleno de agresividad y se le despierta un goce
que no comprende y que lo angustia. Para evitar caer en la angustia, prefiere negar
esa agresividad que lo habita. Lo que niega es la realidad de la naturaleza
cruel de ese goce que siente pero que no comprende porque le resulta extraño.
El sujeto obsesivo intenta por todos los medios mantener al margen el deseo,
tanto el de las personas con las que se relaciona, como el deseo propio, por eso
decimos que el neurótico obsesivo se sostiene manteniendo el deseo como
imposible y de allí surgirán los síntomas tan conocidos y característicos de esta
estructura psíquica que son entre otros: hacerse el muerto, vivir mortificándose
o machacándose a sí mismo, llenar la vida de rituales, hábitos, reglas, en una palabra:
vivir sufriendo y sufrir viviendo.
En podremos esclarecer los laberintos
complejos de la estructura obsesiva para encontrar las salidas a la cura, que
están basadas en hacer que el goce imposible dé paso al deseo posible.