Los universales temas de la fe religiosa y la existencia de Dios son abordados en esta obra tomando como referencia uno de los eventos psicosociológicos más emblemáticos que han hecho su aparición en la historia. Lo que en primer término importa no es su validez histórica sino el profundo y amplio significado que han tenido y tienen en la vida de los humanos. Los cuatro personajes intervinientes despliegan en el escenario ocasional de una narración ficticia, soliloquios y coloquios para dar expresión a sentimientos y pensamientos en algunas de las varias perspectivas que pueden darse en la concepción de un Dios que puede dar razón de la vida y suscitar la expectativa en una pervivencia ultraterrena en sus vertientes de salvación y condenación. Los capítulos intermedios escenifican la desolación del pastor hebreo y de su mujer como expresión de que el sinsentido y el vacío se enseñorean del alma como unas realidades con tan pleno derecho a ser como sus contrarios. En la intervención de Isaac se cohonesta lo verdadero con lo estético en sintonía con profundos anhelos e intuiciones refrendados por los ecos de unas promesas divinas. Por último, Abraham, en el momento de la decisión definitiva, ubicado ya en una completa soledad, asumiendo un riesgo total ante un horizonte de posibilidades inciertas y equiparadas, animado por su fidelidad y el ejemplo de su hijo, elige la alternativa de la renuncia radical, pero albergadora de una ilusión de ser y perduración.