A partir del 9-11 las principales Agencias de Inteligencia del mundo comenzaron a ejercer un estricto control y seguimiento no solo de los líderes de las organizaciones terroristas radicales islámicas, sino también sobre sus potenciales células dispersadas por toda Europa, determinando que los eventuales ataques se vieran reducidos a la acción de los llamados «Lobos solitarios» o «Yihad individual». EL califa Abú Bakr Al Baghdadi aprendió la lección que significó que Osama Bin Ladden no considerara la frase de Machiavelo: «si una lesión tiene que ser hecha a un hombre, debe ser tan severa que la venganza no deba ser temida»; ya que si bien la herida causada por la destrucción de las Torres Gemelas fue terrible, no fue tan severa como para que la venganza no haya sido aún más terrible y despiadada, tanto que terminó con la aniquilación física de Al Qaeda y de su líder.
Baghdadi, líder del Estado Islámico introdujo una variante en la concepción estratégica de los conflictos asimétricos y golpeará muy duramente, no solo a una gran potencia sino también a un circunstancial aliado de ella. Esta acción cambiará radicalmente las reglas de la política internacional y las alianzas políticas y comerciales entre países.