EDEN BRADLEY
Había ido a Veracruz para curar su alma. Cuando el agua cálida del golfo la rodeó por fin, sintió los movimientos y las caricias del mar en su cuerpo. Y, de repente, él estaba allí, ante ella; era un extraño bronceado y musculoso, bello y masculino, con una sonrisa resplandeciente y cálida. Ella le (...)