En este libro los autores se ocupan fundamentalmente de analizar las implicaciones sociales y éticas de la inserción de países periféricos, como México, en el espectro mundial de las naciones cuyo valor e importancia económica se asocia a su capacidad para competir en los mercados globales; asimismo, examinan cómo tal capacidad es un producto complejo que condensa factores económicos, políticos, sociales y culturales. A partir de esta idea se sostiene que la globalización involucra no sólo arrolladores cambios tecnológicos, sino también aceleradas transformaciones en los mercados y en los procesos de trabajo, así como la redefinición de sus relaciones con los dueños del capital.
Todo ello desemboca en la exigencia de que las economías nacionales y regionales desarrollen capacidades para crear las ventajas competitivas requeridas para su modernización. Y en estas transformaciones, la especie de resultante de Estado mínimo acotado , ejerce políticas públicas con fuertes rasgos de opacidad o con resultados prácticamente ruinosos.