Graciela es una joven mexicana que vive en la zona de Chiapas. Sin embargo, durante algún tiempo permanece ajena a todo lo que está sucediendo en este Estado con la Revolución llevada a cabo por los Zapatistas. Graciela mantiene una relación con Sebastián, un oficial del ejército.
Graciela abre los ojos a la realidad que le rodea de forma fortuita. Un día acude a la oficina de Sebastián e irrumpe en ella en el momento en el que están interrogando y torturando a un joven. Al verlo, el corazón de Graciela da un vuelco ya que reconoce al muchacho.
Poco tiempo después, en las noticias se entera de que ha habido disturbios y un preso zapatista ha huido. Dicho preso es el joven al que interrogaba Sebastián: Rafael. Graciela no tardará en descubrir que tiene una relación bastante especial con su tía Clara, que lo acoge en su casa.
Poco a poco, Graciela y Rafael van conociéndose y forjando una relación que les atrapará. Relación que mueve a Graciela a abandonarlo todo y marchar con él a San Cristobal de las Casas, punto neurálgico de los Zapatistas. La selva será testigo de su amor, pero también de su separación.
