No hay nada más difícil que hacer algo simple. Alejandra Aceves lo hace con sus dibujos que son un retrato de las situaciones que experimentamos todos en el cotidiano. Vivirlas, sin embargo, no le es suficiente. Sus deseos de expresar su aguda sensibilidad, hacen que cada uno de sus dibujos nos produzcan una emoción, que puede ir de la simple sonrisa por un olvido, hasta la lágrima producida por el profundo dolor de una separación. Alita, su personaje central, es la Alejandra de todos los días, pero es también un poco de cada uno de nosotros. Esa identificación con las historias que muestra es tan fuerte como sorprendente. Nos vemos reflejados en esas pequeñas cosas que vive, en cómo actúa y reacciona. Disfrutamos su amor por los animales, en especial por los gatos. Reímos con la enfermedad de su computadora, producida por una mala relación con un inusitado personaje: el café. Ternura, alegría, ira, frustración, desesperación, tristeza o éxtasis, todo esto salta del papel para entrar directamente en nuestro cerebro. No, mucho mejor dicho, se insiere de inmediato en nuestro corazón. Porque sólo hay una cosa imposible al poner los ojos sobre el trazo espontáneo, limpio, orgánico, de los dibujos de Alejandra Aceves: quedarse indiferente a ellos. Así que, es mejor estar preparados para reír, sonreír o llorar como pocas veces alguien logra provocarnos, mucho menos con la simple y sencilla fuerza de una imagen dibujada a mano. No hay nada más difícil que hacer algo simple. Alejandra lo hace.