Una mirada de pintor, que sabe ver matices en el color; de narrador, que percibe puntos poco visibles de la historia; de francotirador, que sabotea constantemente las apariencias formales y que abre brechas por donde la imaginación puede recrear otros mundos que se superponen a los habituales, sin querer saber cuál de ellos es más real y cuál más ilusorio…
Detrás de lo que cada persona interpreta como su realidad hay un fondo de silencio, y si uno alcanza esa quietud interior puede cambiar el cuento. Ese es el juego... Pero sólo se puede hacer con humor e ironía...