Resulta, cuanto menos, sorprendente, que a sus once años, Alejandra tenga la conciencia necesaria, como así lo demuestran estos poemas y relatos, para conocer el mundo en el que vive, opinar sobre él y demostrar un absoluto convencimiento de que puede ser de otra manera; afortunadamente, su optimismo, que no una ingenuidad fácil, nos hacen ver que esa otra manera quiere decir mejor , sobre todo, un mundo en el que hay cabida para todos independientemente de raza, etnia, religión u orientación sexual. Si cualquiera de los que nos dedicamos al mundo educativo tuviéramos que pensar en textos que nos sirvieran para trabajar la educación en valores con los niños y niñas, esta colección que Alejandra nos presenta no podría ser más idónea. Es más, si nuestros hijos e hijas tuvieran la visión del mundo que estos textos reflejan, los padres y madres deberíamos sentirnos algo más que satisfechos por la educación que les estamos dando y por la sensibilidad que, en gran medida gracias a ella, pueden desarrollar.
Amparo de Vega