En un entorno tan competitivo y cambiante como el actual, las organizaciones tienen la necesidad cada vez más frecuente de acometer proyectos, tanto dirigidos a satisfacer necesidades propias (proyectos internos), como para dar respuesta al mercado (proyectos externos). Dado que estos proyectos tienen unas características propias, bastantes diferenciadas de las operaciones ordinarias de la explotación, las organizaciones que los desarrollen han de ser capaces de completarlos a tiempo, cumpliendo con todas sus especificaciones y sin exceder del presupuesto atribuido a tales proyectos. Por otra parte, las características intrínsecas a cada proyecto, su planificación, programación y control hace necesario disponer de métodos y técnicas propias, puesto que en caso contrario la capacidad de generación de valor por parte de las empresas se vería fuertemente limitada.