Roberto Martín Bardera
Sólo una moneda para comprar el mundo. Sólo un mundo para recorrer almas ajenas. Sólo almas para encontrarse solo. Viajaba por paisajes rojo y verde que poblaban los sueños de su madre, alcanzando los pozos del olvido y bebiendo de ellos con las manos cortas de querer sin condiciones.