Este libro de poemas es afán que universaliza el meollo onírico: traerlo a la luz, en un formato armonioso, rítmico contorno, llevado por una melodía principal, a la que se sumarán ahora otras voces, siempre a tenor de un duende iconoclasta y atrevido. Es rebeldía surrealista, que en la isla tiene un egregio reino, y en Olga adquiere valor ferroviario: tren de vagones repletos de imaginarios solares, la voz elude decirnos en pasado las voces del presente o viceversa, locomotora que en la emoción desliza sus raíles