Una vespa a punto del desguace y sobre ella dos adolescentes que transportan una mochila cargada de cocaína. Esta imagen pone en marcha la trama de la novela, pero es también una metáfora de ese tiempo de cambio radical que es la adolescencia. Contada con una prosa ágil y descarada,
Mudanzas es la crónica de una huida, de un cambio inevitable, de las experiencias límite que a veces necesita el crecimiento.
Ari, el narrador de esta historia, nos traslada a un Madrid violento y obsesionado por la seguridad, una ciudad de ficción que mantiene tabiques comunes con el Madrid de la realidad. Los protagonistas, en la frontera de la adolescencia, se encontrarán con la necesidad del cambio y con los aspectos a veces dolorosos que ello implica.
Javier Sagarna, como aquellos personajes de Céline, ha inventado el movimiento perpetuo en esta novela. Apasionante por sus hechos, breves e intensos como canciones punk, Mudanzas es una novela de lo no dicho, sutilmente construida a base de sugerencias. Una novela, en fin, del siglo XXI.