En toda novela que se precie hay un reto y un enigma. El reto es para el autor. El enigma cae en el terreno de los lectores. En Murmullo de hojarasca José Luis Correa acepta el reto de hacer creíble una voz narrativa femenina, la de Olga Morante.
El lector deberá descubrir el enigma que se esconde tras Diego Córdoba. Ambos personajes se encuentran en un parque donde habita la miseria y la desesperanza. Ella, periodista de raza, busca una historia que contar. Él, empresario venido a (mucho) menos, pretende olvidar. Correa regresa a la novela social con una historia de perdedores y perdidos, haciendo gala del estilo dinámico y mordaz, lírico y crudo, socarrón y directo que lo ha llevado a ser uno de los narradores canarios más apreciados de los últimos años.
