Mustafá es el ejemplo vivo de un individuo que por su origen, considerando las posibilidades objetivas que se nos proporcionan, está destinado a ser un miembro normal y anodino de nuestra sociedad. Cualquiera diría que ha venido a este mundo con una suerte horrible, que todo lo que pretenda conseguir en esta vida va a costarle muchísimo. Sarajeví, nacido antes de la guerra, musulmán de mentalidad occidental, intuitivo hasta no poder más, voluble, inconstante, desarraigado… Y sin embargo, dentro de este cuerpo tan normal y corriente ha sido insuflada un alma de nardo, que le impulsa a enfrentarse a todo tipo de situaciones con el ánimo sereno, con una sonrisa y sin mirar nunca atrás. E incluso con una coherencia envidiable. De esta manera asistirá en primera fila a algunos de los más importantes acontecimientos que han tenido lugar entre el último año del milenio pasado y los primeros del nuevo, siempre con ese juicio suyo tan especial que le coloca entre esa indisimulable locura que le afecta y ese sentido común tan peculiar que le otorga su extremado sentido de la libertad y su irreversible decisión de hacer, allá donde vaya, todo el bien que en su mano esté.