Hay escritores que ocultan su yo entre párrafos impersonales, y escritores que se derraman en cada una de sus palabras. Pedro M. Martínez es, sin lugar a dudas, de estos últimos.
Los personajes que nos traza no están muy lejos de nuestros parientes, de nuestros vecinos, de nosotros mismos. Son aquellos que él fue encontrando y que hoy ha convertido en breves héroes que pululan por situaciones que a todos nos suenan cotidianas: el adolescente que comprende que muchas veces el amor sólo puede soñarse; el pobre muchacho que descubre la hipocresía de la sociedad en la que vive; el tío que cuenta a sus sobrinos historias de la guerra; el hombre que se enfrenta a sus últimos días de vida…
Quizá el propio autor no sea del todo consciente de cómo su estilo limpio, en ocasiones castizo, en ocasiones poético, le ha dejado desnudo ante todos nosotros. Nunca llueve sobre el Sáhara es algo más que una recopilación de relatos, es una compilación de sentimientos.