Nadie me alcanza. Ser capaz de amar ¿es bendición o perdición? ¿Es frío o es calor sentir tu sonrisa acariciando mis lágrimas? ¿Es ordinario o curioso querer arder entre tus manos? ¿Es pecado o salvación dejar marchitar los escasos caudales de mi ego? ¿Es martirio o fortuna envejecer en tu ausencia, respirar tu presencia? Eres luz o tormento. Eres el destino de mis aguas, un mar de brazos abiertos y capuchas cerradas. Eres una estrella que arde en el centro de mi nada. No serás alivio ni consuelo cuando los estertores del fracaso me lancen. Ni serás alas para un nuevo cielo de brisa celeste. ¿Por qué? Quizás porque no vuelo sin ayuda. Sólo nado contra la corriente de tu sangre. Porque no encuentro una entrada emergente entre tu cabello. Sólo salidas de cenizas que ya ardieron. Porque me he creído algo entre la nada. Entre cajones vacíos de esperanza y perdidas cajas de mudanza. Porque por mucho que cambie de corazón siempre me hallo sola. Nadie me alcanza. Navego perdida por establos de añoranza. Cuando no me escondo en nubes grises bordadas a tristeza. Sobre esqueléticos edificios, ardiendo en restos de falacias. Está bien, no me mires, no me escuches y no me rías. No lo sientas, no lamentes la condena. Siento no tener suficiente ego acumulado. Siento no poseer espadas aladas de eterno triunfo. Ni filos en las palabras, que no cortan tu garganta. Siento que no quieras saber de mí. Preocupándote tras oscuras corazas de miedo infranqueable. Siento no ser para ti....