"Tatuarse no es un juego. Es una decisión de vida porque quedas marcado para siempre. La gente dice que nos enmascaramos. Yo digo que es al contrario..."
Para Alma Torres el
tatuaje es una representación de lo que lleva dentro: momentos felices y también hechos que la han devastado. Ella está desnuda y, a partir de sus tatuajes, le cuenta su
historia a un periodista que la escucha con atención. Es el lenguaje gráfico de su cuerpo, los bordes de la conciencia para transgredir el espacio y tiempo que le fue concedido. A través de este personaje lleno de
contrastes, Alma, («Perversa», como la llama Pulso, su pareja) el mundo del tatuaje se convierte en un camino de conocimiento y evolución; más allá de
una moda o un estigma , resulta ser un medio de liberación para conjurar el dolor que agobia y sepulta las ganas de vivir, una necesidad de
exorcizar sus propios demonios.