El autor combina la poesía con una narrativa breve, que él ha titulado adagios y percepciones. Los poemas llevan el sello sutil de la métrica y la rima de la etapa del romanticismo. Sin embargo, son evidentes los giros lingüísticos propios de la poesía moderna. En cuanto a rima y métrica, ambas fluyen con una atractiva armonía, dando a la lectura de estos poemas una suave sonoridad y apropiado léxico, dejando fluir los sentimientos y emociones que dieron origen a dichos versos. Los adagios y percepciones son la clara expresión de las vivencias del autor que, a su vez, completan y complementan el sentir del mismo. Dejan ver, con toda claridad, las emociones y sentimientos que el propio decurso de la vida, han dejado como enseñanzas al autor. Finalmente, lleva al lector a la porción conclusiva de su obra: Epílogo para un pensador. Aquí expone de forma elocuente, conclusiones, vivencias, enseñanzas y, muy claramente, su propia filosofía ante el transcurso de la vida y también, sus percepciones. Es, en esencia, la recapitulación de todo lo experimentado y concluido en el sendero de su existir, en apretado resumen, sólo con las expresiones necesarias.