Siempre hemos sabido que la música tiene un poder de evocación muy importante, que marca con exactitud momentos de nuestra vida para después devolvérnoslos transformados en reflexión, en sueño o en quimera y también sabemos que la poesía y la música tienen una relación fraternal desde la noche de los tiempos. En este poemario que nos brinda Coriolano González Montañez, dividido en dos partes, A y B, la música tiene una presencia absoluta ya que cada uno de sus poemas encuentra su correlato en una canción, cuyo título aparece con el título del poema, de alguno de los grupos musicales que marcaron los años setenta y ochenta del siglo pasado y que se siguen escuchando hoy con el mismo interés. Así aparecen títulos de Rolling Stones, Led Zeppelin, Pink Floyd, Peter Gabriel y muchos otros. Pero los poemas de este libro no son una mera recreación de las canciones sino un recorrido por la emoción, el amor, el dolor, la escritura y sobre todo el recuerdo y todo aquello susceptible de ser poetizado desde lo más profundo de la reflexión sobre el arte y la vida. El recuerdo, el retorno de lo que ya no es, es uno de los motores fundamentales de este libro, pero también lo es la lectura de los poetas, incorporados a algunos poemas de la primera parte, como Miguel Torga, Borges, Roger Waters, Octavio Paz o Mario Luzi que enseñaron a nuestro autor a buscar las claves del poetizar, del convertir en poema todo lo que los sueños transforman y no hay otra manera de decir. El acto de la escritura sólo acrecienta/ la necesidad de insistir/ de creer que el poema es imprescindible . Y tenemos que decir que sí, que todo poema es imprescindible no sólo para su autor, sino también para aquellos que ignoran las respuestas y las buscan en la escritura de los otros. Nuestro autor sabe que el recuerdo y la nostalgia no lo son todo para la escritura, que hay más cosas que buscar porque tantos años vividos en segundos/ y sin embargo ni un solo trazo/ en el papel . Aparecen en el poemario retazos de la biografía del autor, su infancia, el automóvil del padre a través de cuya protección contemplaba el mundo, sus cuarenta y tres años de vida, sus amigos. El `paso del tiempo viene entonces de forma natural, la vida pasada es un recuerdo y en última instancia un sueño del que cuando uno se despierta aparece el destierro como nos dice el poeta en el poema Destrucción de la ciudad . El destierro del sueño que es a su vez el destierro del tiempo ya vivido que acude. Hay un tú presente en muchos poemas que es el destinatario del libro, que es el ser amado que es quien debe recoger e interpretar todo lo que el yo que habla desde los poemas no sabe interpretar. Nosotros, los lectores, no somos más que espectadores que buscamos saber. Poemario intenso, escrito con indudable manejo del lenguaje, siempre sobrio, con enorme justeza de recursos y una indudable belleza que nos lleva a disfrutar de su lectura.