Laura recibe la visita de Lara en el momento más inapropiado, justo cuando su relación con Sergio empieza a mostrarse frágil. Lara además no acude sola, le acompaña un pasado al que Laura quiere dar por enterrado. De sobra sabe que no está muerto, por eso no le resultará sencillo, ni siquiera con la ayuda de Pablo, un intento de amor de la adolescencia que reaparece a trompicones. Tras descubrir que presenta más debilidades de las que creía, prueba de forma fallida conseguir refugio en su trabajo de enfermera, acabando por encontrar acomodo en los que menos se espera, un mundo sitiado que no parece estar a su alcance, pero que cuando logra acariciarlo la transporta de nuevo a lo que antes tenía, aislándose para persiguirlo por las noches cada vez con más ansias.