Lo mejor de tí no eran tus ojos verdes como amazonas, ni tus labios, ni tus senos, ni tus manos, abiertas como alfombras, no eran esas piernas cinceladas como escultura, pesadas y esbeltas, no era tu amor, que penetré tantas noches o tu regazo que acaricié tantas otras. Lo mejor de tí no era siquiera ese te quiero... todavía, o ese desenfrenado aliciente de locura, no era tu sonrisa, ni siquiera tu pelo en frenética algarabía, no eran tus sueños, despiertos, ni tus pasos, decisivos, vagabundos, sin detenerte, desafiando al mundo. Ahora sé, que lo mejor de tí, me quedo aún por descubrir.