Desde la perspectiva sociológica, el concepto de tecnología no puede referirse únicamente a los objetos técnicos, sino también a los procesos sociales y culturales que involucra. La Sociocibernética y la Teoría de Sistemas plantean un marco conceptual esencial para el necesario debate sobre el papel de la tecnología en la configuración de la complejidad social. La tecnología permite al sistema social gestionar la complejidad de su entorno a la vez que, por otra parte, contribuye a incrementar y diversificar la naturaleza compleja de las interdependencias entre la sociedad y los actores individuales. Simultáneamente, la creciente complejidad social demanda nuevas formas tecnológicas que permitan gestionarla. En suma, la tecnología se halla en la base de cualquier discusión relevante sobre la naturaleza contemporánea de la sociedad, ya sea del lado de los problemas (riesgo, control y vigilancia global, bioética y bioingeniería, manipulación mediática, ecología, etc.) o del lado de las soluciones (comunicaciones instantáneas, ubicuidad y movilidad, accesibilidad, disponibilidad del conocimiento, etc.).