Por la carga humana que les anima o puede animarlos, el Trabajo y el Capital son bastante más que simples mercancías. Aun dando parte de razón a Marx cuando, a mediados del siglo XIX, dijo aquello de los obreros cambian su mercancía, la fuerza de trabajo, por la mercancía del capitalista, el dinero, y este cambio se realiza guardándose el capitalista el dinero con que compró determinadas horas de uso de la fuerza de trabajo , bien podemos admitir que el Trabajo, en sí, es la proyección de parte de uno mismo hacia el bien de la Sociedad mientras que el Capital, en su genuina esencia, representa la posibilidad de que ese bien social se haga efectivo y duradero, máxime si Trabajo y Capital cumplen sus respectivas funciones en una Economía Social de Mercado.