Manuel Canosa es uruguayo y está por cumplir 70 años. Fue narcotraficante, contrabandista, estafador y ladrón. Estuvo preso en Uruguay, Argentina, Brasil y Suecia y se escapó en varias oportunidades. Lo intentaron matar más de una vez, la primera, recibió cuatro balazos, la última lo salvó un amigo, cuando estaba a punto de ser acribillado por un sicario.
Se movió por las rutas del narcotráfico entre Montevideo, Río de Janeiro, Bolivia, Chile, Miami, Ibiza, Barcelona, Milán y París. Por sus manos pasaron millones de dólares pero perdió la mayoría. Pagó muy caro el costo por mantenerse en libertad o recuperarla, incluso con la vida de un hijo. Recordar no es así nomás, tiene sus consecuencias. No es sencillo revivir las miserias humanas que me tocó vivir, dice Canosa.
Luego de las turbulencias de una vida que no conoció pausa y cuando el cuerpo comenzó a pedirle una tregua, echó un vistazo al largo camino recorrido y todas sus experiencias se le presentaron como flashes de un rosario espolvoreado con cocaína. Quería contar su historia y aceptó compartir las experiencias de una vida en el pretil. …Por rascar en la memoria, por transitar por donde hay llaga, porque el hecho se vuelve a vivir.
Son situaciones extremas. Recordar no es así nomás, tiene sus consecuencias. No es sencillo revivir las miserias humanas que me tocó vivir, dice Manuel Canosa. “Una vida en el pretil. Narco, estafador y uruguayo” es, precisamente, la reconstrucción de un camino cruzado por balas, rejas y cocaína.